domingo, 16 de agosto de 2009

Puntos suspensivos

Hoy terminamos con puntos suspensivos la historia que construimos durante poco más de un año: una serie de acontecimientos que trazaron una línea paralela al discurso que la Universidad tejía a través de los medios institucionales, con la complicidad de un periódico estudiantil crédulo y de la siempre mediocre prensa local. Alejados de la comodidad oficialista y del inexplicable optimismo, nos propusimos vigilar mediante la práctica periodística el inicio de una nueva administración en la Universidad de las Américas Puebla.

Luego de que Pedro Ángel Palou arrebatara la independencia al semanario “La Catarina” y de que el nuevo rector, Luis Ernesto Derbez, desechara la posibilidad de reestablecer un taller de periodismo para el departamento de Ciencias de la Comunicación, decidimos seguir publicando. Aprovechamos la libertad de Internet para evitar la censura.

Iniciamos preguntándonos qué situaciones, manejos y personas provocaron la mayor crisis en la historia universitaria. Con preocupación notamos que algunos de esos factores seguían presentes, aunque ocultos por una administración que buscaba diferenciarse de las anteriores. Los focos rojos se mantienen, a la fecha, en temas como la toma de decisiones, la relación con la Facultad y los abusos del departamento de Seguridad.

Los colaboradores de Notas UDLA cerramos una etapa y enfocamos nuestra atención a nuevos proyectos. Dejamos este portal como testigo de acontecimientos que en la versión oficial nunca existieron o fueron maquillados. Por eso la prensa funciona como un contrapeso al poder.

El peligro de reducir la cobertura informativa en la UDLA pone en riesgo su integridad administrativa. Paul Starr, investigador de la Universidad de Princeton, estaría de acuerdo. “Decir que la corrupción brota más fácil cuando los que tienen el poder no le temen a quedar expuestos no es una simple especulación”, señala el catedrático.

En ese sentido, concluimos este esfuerzo con algunos temores. Miedo de que la transparencia falte y que sean pocos quienes la exijan, de que esto pueda aprovecharse para golpear nuevamente a un modelo de excelencia académica en un intento de volverlo rentable.

También tenemos esperanza. Que nuevas generaciones continúen formándose sin someter su pensamiento crítico y defiendan a su alma máter en la medida de sus capacidades y en las formas que consideren adecuadas, con una idea en su mente: esta Universidad, con su enorme potencial, sigue sin ser lo que podría.

Nosotros hicimos nuestra parte.