
El año inicia con sorpresas en la
Universidad de las Américas Puebla. Desde la nueva credencial, visiblemente alejada de la imagen institucional, hasta la súbita desaparición de un elemento exótico de su campus: los pavorreales. “No deseo aburrir a nuestros lectores con todas las mejoras que se han realizado (…)” escribe
Luis Ernesto Derbez en su Blog. ¿La letanía de sus bondades como rector también incluirá la modificación del sistema de impresiones?
Los asuntos que desde fuera parecen "menores" no pueden ignorarse en el
ejercicio periodístico interno, una práctica no sólo escasa sino en vías de extinción entre la comunidad universitaria. Lamentablemente, la respuesta estudiantil ante los retrocesos que se ofrecen como avances carece de contundencia, y esta indiferencia es capitalizable. Sólo así podría entenderse la inexistencia de voces contra las nuevas condiciones para “imprimir” en la UDLA.
Las maquinas de impresión disponibles día y noche fueron sustituidas por una empresa cuyos empleados se niegan a dar servicio después de las 20:00 horas, esto pese al comunicado que anunciaba triunfal un servicio de “
24 horas”. Los precios disminuyeron, sí, pero también la calidad del servicio. El sistema electrónico de abonos fue reemplazado por pluma y papel durante los primeros días y el dinero invertido en el sistema anterior sólo se devolvía a petición del interesado.

Bastaba visitar la caja del
Centro de Atención a la Comunidad Estudiantil (CACE) para comprobar, de primera mano, la insatisfacción de algunos estudiantes ante el monto devuelto. “Disculpe las molestias que esto le ocasiona, pero si no llena los requisitos favor de no formarce (sic)”, recomendaba un aviso en la puerta.
Casos como el de
Daniela Zavala, estudiante de Comunicación que recibió algunos pesos con centavos en lugar de los 150 que creía haber depositado, no pueden generalizarse. El ejercicio, por su naturaleza cualitativa, sólo sirve de referencia para una investigación que, una vez completada, podría confirmar el fraude o la desmemoria. Otro estudiante insatisfecho -que se quejó inmediatamente y fue invitado a llamar a la extensión 2127- comentó mientras salía: “Nos fuimos de vacaciones y podrían aprovechar que la gente se olvida de su saldo”. ¿Será posible?