Por: Mónica Cruz
Última editora del equipo original de "La Catarina".
Muchos estudiosos de la comunicación rechazaron la propuesta del filósofo John Dewey sobre el periodismo público porque era simplemente irreal. Un periodismo libre de intereses económicos y políticos, hecho por periodistas preocupados por mejorar su sociedad y no por engrosar sus bolsillos, sólo podría existir en un mundo utópico. Afortunadamente, dentro de sociedades corruptas e indiferentes existen las universidades; torres de marfil que resguardan los ideales sociales y propician el nacimiento de nuevas ideas y conocimientos. En estos mercados de ideas, el periodismo público de Dewey deja de ser una ilusión.
En la universidad, los estudiantes asumen los roles de ciudadanos del campus y crean sus propios medios para informar y estar informados. Los medios estudiantiles pueden tomar la forma de periódicos, revistas, programas de radio o medios digitales con una calidad similar y en ocasiones superior a la de los medios profesionales. En ocasiones pueden incluso tomar la forma de hojas fotocopiadas distribuidas sigilosamente entre la comunidad universitaria. Sin importar su formato, los medios estudiantiles, más que ser simples boletines informativos, funcionan como foros de expresión para los miembros de la universidad. La importancia del periodismo estudiantil recae en su papel de promotor de la discusión y el intercambio de ideas que resultará en un mejor entendimiento del acontecer del campus.
Los medios estudiantiles, además de formar periodistas con un fuerte sentido de la ética y responsabilidad periodística, entrenan futuras audiencias. Los estudiantes que consumen medios en su universidad adoptarán el hábito de estar informados y utilizar los medios informativos como instrumentos de participación ciudadana.
Ivah Gallagher, editor del periódico estudiantil The Quill de la Universidad de Brandon, escribe: “Cuando los estudiantes están bien informados son capaces de intercambiar ideas consistentes. Esto va mano a mano con el propósito último de la universidad.”
Los objetivos bienintencionados del periodismo estudiantil no lo hacen inmaculado y mucho menos perfecto. Los estudiantes periodistas aprenden periodismo mientras hacen periodismo. Los errores por descuidos y por impulsos serán inevitables. El estado amateur de los estudiantes periodistas usualmente se utiliza como justificación para controlar o censurar el contenido de sus medios. Aunque se podría racionalizar como una medida de contención, la censura a la prensa nunca es justificable.
La restricción de ideas e información en una universidad es la peor traición a sus principios. Las ideas deben confrontarse con otras ideas, no con mordazas y silenciadores. La discusión abierta y abundante es la que evitará la confusión y la desinformación.
Me despido de la UDLA con un único deseo: que se convierta una vez más en un mercado de ideas donde el periodismo estudiantil sea libre e independiente y donde la censura a las ideas y la información exista sólo como un recuerdo de aquellos tiempos de adversidad. El florecimiento del periodismo estudiantil en la UDLA será una evidencia clara de la prosperidad de nuestra alma mater.